Creo que los smartphones han supuesto un cambio para las reglas del juego en que, por más filosóficos que nos pongamos, es difícil salir. Por comodidad o por exigencias externas. La única alternativa que se me ocurre es un smartphone con teclado tipo Blackberry, con una pantalla no tan grande… pero sigue siendo un smartphone.

Me quedo con la idea base de volver a un móvil con un paradigma anterior y pienso que tendría que cargar con un reproductor MP3, una cámara compacta y, quizá, libreta y boli para apuntar eventos y tareas. Además, hay bancos que exigen una app móvil para identificarse, sin contar el mencionado aislamiento social si se prescinde de WhatsApp (y mira que me gustaría por la naturaleza del servicio). Ni hablar de mi pésima orientación: lloraría fuerte sin un GPS.

Un texto muy interesante. Gracias.