Hace años recuerdo echar muchas (muchas) horas al Jetpack Joyride. ¿Por qué a ese juego? Porque en aquella época usaba Windows Phone y era de los pocos juegos que estaban disponibles. Y, la verdad sea dicha, era un juego bastante entretenido. Un endless runner que iba de llegar lo mas lejos posible, cogiendo monedas y evitando darte con un electrocutador, o un misil.
(más…)Tecnología con cosas.
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Se me rompió el teclado
de tanto usarlo. Hasta hace poco estaba usando un teclado Logi Ergo K860, un mamotreto que sin embargo era maravilloso para escribir varias horas al día. Se me salió una tecla al limpiarlo, la intenté reparar y ahora ya he perdido una de las piezas, así que antes que arriesgarme a dejar de usar la F de por vida decidí hacerme con un teclado nuevo.Y llevaba tiempo con mono de un teclado mecánico. Antes tuve un Das Keyboard que no se movió conmigo con mi última mudanza. Y en todo caso me parecía también un mamotreto. Precioso, pero mamotreto. Así que empecé a investigar y a preguntar por ahí, y harto de esperar a que Logitech lanzara la versión QWERTY ES de su nuevo teclado mecánico me acabé decidiendo por este teclado Magicforce (que en Amazon aparece como Qisan por alguna razón).
Es un teclado USB, cableado, y sobre todo es un teclado compacto. No tiene teclado numérico, las teclas de función van a través de una combinación directa. Pero todas las teclas que utilizo frecuentemente están presentes, así que no necesito nada más en realidad.
Buscaba además switches marrones. No quiero clicks, quiero un feedback táctil y que las teclas tengan recorrido. Sigue siendo un teclado más ruidoso que el que tenía antes pero podría serlo mucho más si hubiera elegido switches azules.
Me gusta. Es cómodo. Tecleo bien sin casi errores. No le puedo pedir mucho más a un teclado.
En todo caso a ver si consigo arreglar el Logi Ergo, porque no tener inclinación negativa a lo mejor le va mal a mis muñecas a largo plazo.
Cosas que me gustan
- Es un teclado compacto.
- Es sólido.
- Lucecitas. Y que no son RGB.
- Las keycaps me parecen bonitas, me recuerdan al teclado ADB de Mac.
- El cable es reemplazable.
- Cómodo de teclear.
- No requiere un software.
- No es tan caro. Si dura tanto como promete…
Cosas que no me gustan
- Las keycaps son opacas. Ojalá las letras hubieran sido transparentes para dejar pasar la luz. No me molesta mucho.
- Conector mini USB. ¿De verdad? ¿En 2022?
- La posición de la tecla Fn me interfiere un poco. Me hubiera gustado poder tener ahí algo que pudiera remapear para tener una tecla Opción.
- Me falta la opción de tener keycaps adaptadas a macOS (Comando, Opción). No me molesta mucho tener un logo de Windows, pero me gustaría tener la opción de cambiarla. No descarto hacerlo en un futuro.
- La posición de la tecla para escribir º/ª/\. Tampoco es una tecla que use a menudo, pero estoy seguro de que más de una vez voy a acabar pulsando la tecla Esc en vez de la correcta.
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Llevo año y pico viviendo en una casa con muchos elementos inteligentes. Particularmente tengo altavoces, sensores y, sobre todo, bombillas. Me entregué a Philips Hue entre ofertas de Black Friday y regalos y no me arrepiento lo más mínimo, sobre todo porque mi televisor también es Philips y tengo Ambilights. Mi bias lighting es toda la habitación.
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Hace poco me regalaron un kilo de mi café preferido y un molinillo de café. Y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, aproveché y me autorregalé un artilugio que llevaba mucho tiempo con ganas de probar: una AeroPress. La verdad es que cuando lo ves parece algo venido de otro planeta, o al menos algo que no te imaginas que sirve para hacer café. Me ha pasado con todas las personas a las que se lo he enseñado.
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Uno de los propósitos que me he marcado para este año es incorporar el journaling en más partes de mi vida. Llevo un par de años escribiendo ocasionalmente en un diario cuestiones más personales, pero me gustaría comenzar a tomar más notas sobre mi trabajo.
El problema es que no sé por dónde empezar. Y no es solo una cuestión de herramientas: también es una cuestión técnica y metodología. No tengo problema con escribir en una libreta, en un registro virtual con o sin aplicaciones dedicadas a ello, o a mano en digital en GoodNotes (algo que tiene las ventajas y los inconvenientes de los dos mundos). Me gusta todo.
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Llevo unas semanas siguiendo la cuenta de Twitter @winampskins. Esta cuenta trata de recopilar y enseñar el enorme archivo de skins de Winamp creadas por la comunidad. Y para mí resulta un viaje por la nostalgia de una época: la época en que los ordenadores e Internet eran ingenuos y divertidos.
Esta tendencia de tener interfaces de usuario personalizables hasta el absurdo creo que estuvo muy en boga durante finales de los 90 y los 2000, y no era raro buscar descargas de temas para Windows Media Player o para la interfaz de nuestro móvil u ordenador (recuerdo perfectamente hacerlo con algún SonyEriccson que tuve en aquella época). ¿Eran bonitos? Muchas veces no. Pero eran nuestros.
En el mundo Mac en aquella época también se prestaba bastante atención, particularmente en esa generación de aplicaciones que algunos llaman ”The Delicious Generation”, con aplicaciones útiles pero que prestaban una atención exagerada a la interfaz de usuario, con animaciones y efectos que los usuarios de Windows, en realidad, buscábamos imitar (recuerdo perfectamente packs de aplicaciones y parches para que Windows XP se pareciera a OS X; yo mismo lo usé un tiempo). Lo describen siempre como “el triunfo de la apariencia sobre la sustancia”.
Me resulta bastante interesante leer sobre esto, porque es una época que en realidad yo no viví, sino que solo vi desde fuera y poco. Me resultan bastante recomendables este artículo del blog de Rogue Amoeba y este otro de Ars Technica.
Creo que los aficionados a la tecnología y a la informática le prestábamos mucha más atención a la UI (salvo algunas personas que usaban el tema clásico de Windows XP, Vista y 7 para ahorrar recursos; algo totalmente respetable, por supuesto). También es una época en la que realmente la informática, para muchos de nosotros, era más un fin que un medio. Al menos era así en mi entorno más cercano. Sí, en realidad mi percepción respecto a este asunto puede estar sesgada.
Pero esto me hace recordar también una época en la que la informática me resultaba más divertida que meramente útil. Sí, me entretenía ripeando CD con el Windows Media Player y poniéndoles las carátulas para pasármelo luego al reproductor de MP3, enredaba mucho con los programas que tenía e incluso iba al cibercafé de mi pueblo (en la breve época en que lo hubo) a descargarme más programas y llevármelos a casa grabados en diskettes de 3,5” (!).
Hacía páginas Web con Frontpage (!!) y hasta las llegaba a publicar. Eso sí que no lo voy a enlazar. Enredaba con Photoshop, trasteaba con un Live CD de Knoppix y me metía en las tripas del sistema para… nada, en realidad. Sobre todo quería saber a dónde podía llevarme eso de los ordenadores y qué podía hacer con ello.
Con el paso de los años me volví primero estudiante de Ingeniería Informática y luego desarrollador de aplicaciones móviles. Y con el paso del tiempo las ganas de enredar se terminaron, porque en ese momento la informática, para mí, pasó a ser un medio. Mi medio de vida, concretamente. (También, de paso y por suerte, me hice más viejo).
Dejé de buscar las aplicaciones con la interfaz más impactante, bonita o personalizable para pasar a buscar las aplicaciones con la interfaz más clara, fácil de usar y que más me aportara (de hecho este es uno de los principales argumentos de venta de Things). Ni me preocupo de cambiar el tono de llamada del móvil y mi fondo de escritorio actual es el que viene por defecto en macOS Monterey.
De hecho no me molesta lo más mínimo que ni iOS ni macOS sean muy personalizables en términos de interfaz de usuario, aunque entiendo que haya gente a la que sí. Los aficionados a personalizar al máximo siguen teniendo alternativas basadas en Android y al menos MIUI y ColorOS tienen un soporte bastante grande para personalizar iconos y apariencia. También la tiene la personalización de Android del Sony Xperia que usa mi padre.
En realidad, y por último, creo que lo que echo de menos no es la época en que la informática e Internet eran ingenuos y divertidos. Hoy la informática es objetivamente mejor (también objetivamente más complicada); Internet, honestamente, no lo tengo tan claro. Pero en todo caso lo que echo de menos, en realidad, es que la informática fuera como hace 10 años para tener 10 años menos yo.
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